lunes, 16 de mayo de 2011

Decadencia en las Baleares: El incierto futuro de la Florida española



D. SORIANO
Hasta comienzos de la década de los noventa Baleares era conocida, con justicia, como la Florida europea. Una región próspera (la cuarta más rica de España), con un bajo nivel de desempleo, que crecía apoyada en un clima excelente, una geografía privilegiada y el turismo de calidad.
Sin embargo, desde entonces muchas cosas han cambiado. Las islas mantienen una riqueza per cápita por encima de la media nacional, pero yo no sólo no están en el grupo de cabeza sino que se aproximan cada vez más a la zona baja. Además, el paro supera el 25% y, por encima de todo, tienen que hacer frente a un drama creciente: un fracaso escolar descontrolado, que limita enormemente las expectativas de sus jóvenes. Con este panorama, ¿qué futuro les espera a Mallorca, Menorca e Ibiza?
Cada vez menos ricas
Lo primero que llama la atención cuando se analizan las cifras de Baleares es su tendencia decreciente en cuanto a riqueza dentro del panorama nacional. En 1995, estas islas mediterráneas eran la cuarta región más rica en renta per cápita (casi igualaban a la tercera), con un 121% de la riqueza media nacional. Quince años después, han retrocedido hasta el séptimo puesto y en la comparación con el resto del país, sólo pueden presumir de alcanzar el 109% de la renta media.
En términos absolutos, también la fotografía sale borrosa. Baleares sólo ha incrementado su PIB total en un 1,45% anual entre 2000 y 2010. Es la tasa más baja de las diecisiete autonomías.
Todo esto tiene su traducción más dramática en una tasa de paro del 25,36% según la última EPA, la cuarta más alta de todo el país, a la altura de las regiones más pobres. Es decir, Baleares todavía es una región rica, pero en cuanto a creación de empleo ya está en los niveles más bajos.
Habitantes, un millón cien mil, más o menos. Hay una errata.

En el índice ILE de Civismo, que Libre Mercado está utilizando como baremo entre las diferentes regiones, las islas se mantienen en una digna quinta posición, aunque presentan tendencias realmente preocupantes. Así, ocupan los primeros puestos en movilidad (porque siguen atrayendo habitantes a pesar de la destrucción de empleo) y gasto (su administración sigue siendo relativamente pequeña). Sin embargo, en el lado negativo, su deuda es la tercera más alta entre todas los gobiernos regionales y su nivel impositivo el cuarto más elevado. De nuevo, la imagen es la de una región que ha ido perdiendo impulso mientras sus políticos subían impuestos, pensando quizás que podían vivir de las rentas de años anteriores.
La educación, el gran drama
Pero por encima de todo lo anterior, hay un drama que sobrevuela las islas desde hace años, pero se ha agudizado en la última década. Baleares aparece en la cola de prácticamente todas las clasificaciones educativas nacionales, en una tendencia que se agrava desde el año 2000. Así, no sólo es que el presente sea complicado, sino que el futuro aparece cada vez más negro.
Por un lado, podría ser lógico que una comunidad centrada en el turismo tenga una tasa escolar ligeramente por encima de la media. Los chicos que con 16-18 años quieren abandonar el sistema educativo tienen un fácil acomodo en los negocios del sector servicios (no se plantean, como en otros lugares, estudiar un módulo o intentar aprender un oficio industrial). Canarias, Andalucía o Murcia también tienen malas cifras en este aspecto.
Sin embargo, la excepcionalidad balear es que es la primera con mucha diferencia. Que en los últimos años esa tendencia se acelera. Y que, por mucho que sus adolescentes piensen que están mejor poniendo copas en un chiringuito que estudiando, tener una tasa tan pobre de licenciados, diplomados o titulados de FP es un lastre muy duro para cualquier economía, especialmente en lo referente a la creación de empresas.
Así, entre los trece y los quince años, Baleares es la región con una tasa de escolarización más baja, algo que se mantiene a los 18, 19 y 20 años. Vamos, que muchos jóvenes isleños ni van a la escuela cuando ésta es obligatoria y casi ninguno prosigue los estudios al acabar la ESO. Todo esto da como resultado la tasa más alta de abandono temprano del sistema educativo, con un 43% de media que, en el caso de los varones, llega al 49% (¡uno de cada dos chicos deja la escuela sin el título básico obligatorio).
Además, la tasa bruta de población graduada en ESO ha caído del 65% del año 2000 al 59% del 2007 (último año con estadísticas en el estudio del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación). Por eso, la "esperanza de vida escolar" en Baleares a los seis años es sólo de 12 cursos, frente a los quince y medio del País Vasco o Castilla y León. De esta manera, la tasa de población que se gradúa en enseñanza superior (diplomados, licenciados o técnicos superiores) es sólo del 21%, frente al 51% de media nacional.
Las elecciones: ¿otro cambio?
Baleares es la única autonomía que ha visto tres cambios de gobierno en las tres últimas elecciones autonómicas. De 1983 a 1999 Gobernó el PP, con amplias mayorías, primero con Gabriel Cañellas y luego con Jaume Matas. Los escándalos de corrupción y la irrupción de pequeños partidos que fragmentaban el voto sacaron a los populares del Gobierno en ese año, después de que el PSOE pactara con otros seis partidos, en el Parlamento más dividido de España.
En 2003, los populares recuperaron el sillón, aunque al coste de pactar con Unió Mallorquina, el partido de María Antonia Munar, que en 2007 cambió de acera para entregar la Presidencia al PSOE de Francesc Antich. Las dos última legislaturas, además, han estado salpicadas por escándalos de corrupción que han afectado a prácticamente todos los partidos del arco parlamentario.
Según la última encuesta del CIS, José Ramón Bauzá, candidato del PP, ganaría las elecciones con un 47% del voto, lo que le proporcionaría entre 32 y 33 escaños de los 59 del Parlamento autonómico. Enfrente, Francesc Antich lograría 22-23 diputados para el PSOE, dejando cuatro para el resto de partidos.