jueves, 2 de junio de 2011

Las necesarias e imprescindibles auditorías, por Antonio Alemany

Las necesarias e imprescindibles auditorías

Ni que decir tiene se esperaba esta afirmación de José Ramón Bauza a la vista del panorama terrorífico que lega el Pacto de Progreso a sus sucesores. No se trata de “venganza”- aunque se tratara cabría decir como el Conde de Montecristo: “Venganza, sí, pero que corre pareja con la Justicia”- sino de una elemental y necesaria racionalidad para, primero, saber dónde nos encontramos tras el paso de Atila por las instituciones y, segundo, por la imperiosa necesidad de marcar los respectivos campos de responsabilidad.
Estos son los dos parámetros que deberán presidir la acción de Bauzá y de su gobierno apenas tomen posesión.

Hay, sin embargo y obviamente, otros parámetros a considerar. Con esta especie de adanismo que impregna a todos los integrantes del Pacto de Progreso que piensan que, antes de ellos, no hay nada ni nadie, y que, después, tampoco porque gobiernan sub especie aeternitatis, Antich, Calvo y Armengol han introducido unos peligrosos métodos que, como todos los aprendices de brujo, no controlan y se vuelven en su contra.
Porque, también obviamente, de las auditorías se desprenderán todas las mangurrinadas, ilegalidades y, posible y previsiblente, conductas tal vez delictivas.
 Los últimos Informes de la Sindicatura de Cuentas constituyen las primeras advertencias sobre irreglaridades graves e ilegales que, hace ya tiempo, debieron haber excitado el celo de la Fiscalía Anticorrupción, si dicho ente fuera “fiscalía” y “anticorrupción” y no acción sectaria, `politizada y selectiva a la hora de cumplir con su obligación.

Todavía, y durante un breve tiempo, Antich y compañía gozarán del escudo protector de una “fiscalía de partido” que ha destrozado y prostituido la alta y noble función del Ministerio Fiscal. Pero este tiempo se acaba y, en cualquier caso, lo que es seguro es que, por suerte, la Fiscalía Anticorrupción dejará de ser una terminal de la izquierda.: Incluso con el actual Fiscal General del Estado y su dependencia directa del gobierno socialista, las cosas ya no serán tan fáciles. Unos y otros, es decir, fiscales anticorrupción y socialistas, deberán tomar la medicina que ellos han aplicado e inventado. Llegado este momento, será un gran triunfo del Estado de Derecho con la desaparición de unos métodos, maneras y criterios que serán sustituidos por una estricta y saludable sumisión a estas “raras avis” que se llaman imperio de la ley, equidad y ecuanimidad. Laus Deo si así ocurre.

Libertad Balear