domingo, 22 de abril de 2012

La hora de la verdad para la UIB: ¿qué piensa hacer el Govern?


Antonio Alemany
  • La reforma de la Universidad española anunciada por el ministerio de Educación es, sin duda y en principio, una reforma importante, lógica y razonable que se basa en dos grandes ejes: primero, las tasas universitarias, cuyo incremento va aparejado a la eficiencia del estudiante muy en línea con las exigencias habituales en las buenas universidades del mundo occidental y, segundo, la necesidad de replantear la oferta de cada centro universitario en función de la demanda real. La gran incógnita radica en que es cada comunidad autónoma la que evaluará la pertinencia de las medidas anunciadas por el Ministerio, obrando en consecuencia. La pregunta es obligada: ¿qué hará la UIB y que hará el Govern con la UIB?
  • De entrada, hay que preguntarse si el Govern tiene criterio formado sobre tan importantes cuestiones puesto que es el que tiene la competencia y poder para ejecutar la reforma propuesta por el Ministerio. Lo más probable es que no tenga ni idea sobre el particular y lo más probable es que se sacuda de encima la responsabilidad y traslade a la UIB la tarea de su autorreforma con lo cual las buenas intenciones del Gobierno de la Nación serán papel mojado. Si esto ocurriera, se habría perdido la oportunidad de reformar una institución de capital importancia educativa, económica y social para nuestra tierra. Estaríamos ante una lamentable elusión de responsabilidades y ante la pérdida de una oportunidad de oro para racionalizar- y eliminar- no pocos “malos usos” de nuestra institución universitaria.
  • En buena teoría el Govern debería comenzar por auditar a la UIB, en el doble plano económico y docente, los costes y la real entidad de la oferta de estudios. Es el Govern, con la Universidad y no la Universidad con el Govern, el que debe pilotar los nuevos aires de reforma que han sido planteados. Entre otras razones porque si es la UIB la que asume su reconversión de hecho en solitario ya podemos anunciar desde ahora que la endogamia, el carácter de huis clos de la institución y la excusa de la autonomía universitaria justificarán elmás de lo mismo. Y para este viaje no hacen falta estas alforjas.
  • ¿Cuántos departamentos universitarios se justifican por el número de discentes matriculados? ¿Cuántos departamentos tienen más “jefes” que “indios”, por ejemplo, el departamento de Filología Catalana? ¿Cuántos profesores “paracaidistas” han aterrizado en la UIB por la vía del Rector de turno amigo? ¿Cuál es el nivel de investigación- excepción hecha de los brillantes trabajos de doctor Grases y asimilados así como unos cuántos-pocos- profesores de Derecho? ¿Qué papel juegan las “tribus endogámicas” que cierran de hecho el acceso y promoción de los profesores que no pertenecen a la “tribu”?
  • Todas estas cuestiones no las van a abordar “ de oficio”- con las excepciones de rigor, que las hay- las actuales estructuras docentes de la UIB porque nadie tira piedras contra su propio tejado. La “papeleta” es para el Govern de esta comunidad autónoma. Será interesante averiguar qué dice y qué piensa sobre el particular el ejecutivo del señor Bauzá. Si es que dice y piensa algo sobre tan importante cuestión.