miércoles, 1 de agosto de 2012

Absoluto fracaso de Baleares en Educación



Preocupados por la crisis económica constante, corremos el peligro de desatender otros elementos sustanciales de la persona en particular y de la sociedad en general que, si se afrontaran en la forma debida, podrían contribuir de modo decidido a la mejora de la madurez colectiva y de forma implícita a una regeneración económica, ahora enquistada y que cada vez se fía a más largo plazo.

La improvisación y la falta de previsión tienen un alto coste y un desmesurado nivel de fracaso. Las administraciones españolas no han sido capaces de consensuar las bases de políticas tan sustanciales y sensibles como las de Educación. Cada Gobierno de turno hace su propia evaluación del sistema educativo español y, por decirlo en términos docentes, viene a adaptar el examen a la ideología política o la coyuntura del momento. Es una mala aplicación formativa porque crea inseguridad y desconcierto. De este modo no hay plan de estudios ni hoja de ruta capaz de salir a flote. Los resultados, por desgracia, así lo avalan con unos efectos negativos que tienen especial reflejo en este archipiélago balear incapaz de invertir en futuro y en el que todo parece
inmediato y fácil.

Balears soporta unas altas tasas de fracaso escolar. 

No es nada nuevo, tampoco es novedad que no se apliquen medidas efectivas para contrarrestar esta situación. Más bien todo lo contrario, excesiva laxitud y decisiones de ahorro económico inmediato. Afloran nuevos elementos que corroboran esta situación. El último, nada despreciable, adquiere forma de informe de la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y en uno de sus apartados llega a la conclusión documentada de que la calidad de la educación balear está cinco veces por debajo de lo aconsejado por la Organización por la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

 A partir de los parámetros marcados en el estudio se observa con claridad que los estudiantes de estas islas, en su totalidad, registran una media de calidad de 20 sobre 100, mientras que, en el conjunto de España, la nota se sitúa en 44.

Son datos homologables con el informe Pisa de 2009 y que, para situarlos en términos prácticos, vienen a decir que, en un nivel de 2º de ESO, los escolares de Balears están aquejados, en grado alarmante, de insuficiencia de comprensión lectora y de competencia matemática o científica. 
Los informes tampoco albergan duda de que Balears se ha quedado en la cola de las tablas de evaluación por excesiva conformidad y porque ha estado abocada en desmesura a la construcción y al turismo. 
Son datos concluyentes y un tanto demoledores. 

En consecuencia, habrá que, no sólo tomar nota, sino actuar con premura y decisión. Los informes Pisa indican también que, si hay crecimiento económico, el sistema educativo arroja buenos resultados. No se puede estrangular la formación en aras del desarrollo pecuniario, una cosa va invariablemente asociada a la otra. 
Con ser muy importante, el mayor esfuerzo de la gestión educativa de Balears no puede centrarse sólo en el carácter vehicular de la lengua catalana o en la libre elección de idioma. 
Hay otros aspectos sustanciales que resulta imprescindible atender como reiteran, una vez y otra, los últimos estudios. Escatimar medios a la Educación puede ser suicida, pero tampoco podemos quedarnos ahí. La comunidad educativa debe imponerse una seria reflexión sobre lo qué está pasando y por qué está ocurriendo. La formación es tarea en la que está implicada el conjunto de la sociedad, pero tampoco podemos olvidar que, cuando baja el nivel general de una aula, el profesorado y las prácticas docentes propias del centro afectado tienen mucho que ver, de forma directa, en el asunto.

 Los profesores, a pesar de que no se reconozca, también suspenden.

Editorial Diario de Mallorca