viernes, 28 de septiembre de 2012

Treinta baleáricos murieron en los campos de concentración nazis

Argeles-sur-Mer, campo de cocnentración en Francia, 1939

El Gobierno hizo público ayer un dato tan novedoso como estremecedor: los nombres de 30 baleares que se dejaron la vida en los campos de concentración nazis. La derrota en la Guerra Civil Española les obligó a dejar su patria y a los pocos meses se encontraron envueltos en un nuevo conflicto. Esta vez de alcance mundial. La lucha contra Hitler les conminó a un campo de concentración en Austria de donde salir vivo era un milagro. Ellos no lo tuvieron.
Casi todos murieron en 1941. Se llamaban Ramón Artola, Álvaro Cardona, Juan Gelabert... Las fichas de fallecimiento que realizaron las autoridades francesas se pueden consultar desde ayer en la página web del Ministerio de Justicia. Hay cuatro datos: nombre, lugar de nacimiento, campo de concentración y fecha de fallecimiento.
La información estaba en unos documentos que Francia envió a España a finales de los años 50 y se recopilaron en diez tomos bajo el título: Avisos oficiales de decesos de españoles fallecidos en los campos de concentración de la Alemania nazi. Ahora se han digitalizado y colgado en
internet para su uso público. En total son 4.440. El Ministerio de Cultura ofrece otro listado de españoles deportados que permite consultar por población pero no por región.
La historia de cada uno de estos 30 baleares fallecidos está todavía por investigar pero seguro que muchos de sus descendientes podrán saber ahora, con seguridad, qué fue lo que pasó. Hay muchos casos de personas cuyo rastro se pierde con el fin de la Guerra Civil y no se sabe todavía si sobrevivió o no a la Segunda Guerra Mundial. Gracias a esta base de datos sabemos hoy 30 nombres, 16 de ellos menorquines, siete mallorquines, cinco fomenterenses y dos ibicencos.
Hay más de Menorca porque fue la única isla que se mantuvo republicana durante la guerra civil. Eso permitió a muchos pasar a la península. Los de Ibiza y Formentera pudieron hacerlo en las pocas semanas que estuvieron bajo control republicano. En el caso de Mallorca, debieron atravesar las líneas en la batalla de Manacor de agosto de 1936 o huir en barco privado.
Casi todos murieron en el campo de Gusen, en Austria, que dependía del conocido Mauthausen, donde se encerró a 8.000 españoles. Las cifras nos dicen que más de la mitad perecieron. La causa fue muy variada: las condiciones laborales, el hambre, los fusilamientos... Sólo sobrevivían los más fuertes. Si alguno no trabajaba duro, los guardias lo mataban. Si alguno se ponía enfermo, lo remataban. El mejor testimonio de aquello nos lo ha dejado el aragonés Mariano Constante en el libro Los años rojos, donde recuerda que los guardias alemanes le llamaban "matamonjas".
El periodista Xicu Lluy, estudioso de los ibicencos en el exilio
Los españoles tuvieron la "suerte" de ir a campos de concentración, que no era lo mismo que los campos de exterminio. En los primeros se trataba de tener mano de obra barata y en los segundos de aniquilar sistemáticamente a los prisioneros. En unos, te podías salvar si tu cuerpo aguantaba las condiciones de trabajo. En los segundos, tu vida dependía de la velocidad en que se mataba.
El caso más terrible es el de Auschwitz, que empezó como campo de concentración y terminó como ciudad de exterminio. Se mantiene intacto a sólo unos kilómetros de la ciudad de Cracovia, Polonia, y más de un millón de turistas lo visitan cada año. Lo único que volaron los alemanes fueron los hornos crematorios, cuyas ruinas se mantienen también tal cual.
La principal investigadora de los baleares en los campos nazis es la historiadora mallorquina Elena Rodríguez. Ella lleva calculados unos 60 deportados y por ahora sólo tiene contabilizados dos fallecimientos en el campo de Buchenwald, Alemania, los cuales habría que añadir al listado del Ministerio. Eso nos dice que son por lo menos 32 los fallecidos.
Como contó en Diario de Mallorca, gracias a su investigación una familia mallorquina, la cual prefiere dejar en el anonimato, ha podido saber, 70 años después, qué fue de su familiar después de que se marchara a Francia en 1939. Tenían la esperanza de que hubiera sobrevivido y viviera en el país galo. No fue así. También se han publicado estudios fraccionados sobre el tema como el libro Menorquins a Mauthausen, de Miquel Àngel Limón Pons, Joan López Casasnovas y Xico Lluy. OEivissencs i formenterers als camps nazis, Xico Lluy. El recuento total está ahora más cerca de ser exacto.