lunes, 24 de diciembre de 2012

Es muy triste, Rafael Vargas


Los políticos rechazados en las urnas intentan repetidamente manipular a su favor a los padres y a los alumnos 

Aumenta la frecuencia de las manifestaciones de protesta contra la futura ley de educación en paralelo a la mengua del número de manifestantes. Y es que el buen sentido de muchos recela de la propensión de algunos a manipular las protestas para llevar el agua a su molino. No lo entiende así la vocal de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA) de Ibiza, Mavi Gallart, que califica de «muy triste» la penuria de padres en su manifestación y por ello les acusa nada menos de que «no tienen interés ni les preocupa la educación de sus hijos». No se pregunta Gallart por qué en esa manifestación tan exigua en padres había según el Diario «un considerable número de políticos». Como habrá intuido el lector, los políticos que son lo único numeroso en la manifestación de la FAPA son
los mismos que gobernaron hasta hace año y pico y dejaron de hacerlo por voluntad de los electores. También acudían a la presunta manifestación de padres «grupos de profesores» que la torpedearon cuando la secretaria de la FAPA comenzó a leer en castellano. Hay padres que no acuden a las manifestaciones porque se niegan a colaborar con que convocantes y asistentes acaparen el descontento para alimentar sus propios intereses. Donde sí acudieron los padres fue a las urnas en Ibiza, en Baleares y en el resto de España para catear su política educativa, quitar del poder a los políticos manifestantes y democráticamente otorgárselo a los que lo tienen ahora con la promesa de cambiar esa política. En Baleares esa reforma incluía con toda claridad al castellano del que abominan quienes lo boicotean. ¿Cómo quiere Gallart que esos mismos padres se mezclen en una manifestación con los políticos y profesores que les decepcionaron, ahora que Gobierno y Govern anuncian la política educativa para la que les votaron hace solo un año?
Lo triste es que no se acate el mandato de los padres depositado en las urnas. Es triste que los políticos destituidos por el voto popular no tengan capacidad de convocatoria por sus propuestas y se permitan explotar la manifestación de la FAPA contra los recortes, como si ellos no fueran buena parte de su causa. Triste es que Gallart vocee que los padres padecen desidia en la educación de sus hijos por el hecho de no presentarse voluntarios para ser utilizados en beneficio de los intereses de políticos defenestrados y profesores de un catalanismo obtuso.
Han comprobado todos ellos que es más fácil sacar a la calle a los niños desde las aulas que a los padres de su casa. Los políticos podrán cambiar otra vez la ley de educación como es costumbre de cada nuevo gobierno. Pero lo más triste es que quede la sospecha de que los encargados de educar a los niños los utilicen para sus propios fines. Y que algunos docentes olviden que los padres les confían sus hijos para que les enseñen a pensar, no para que les enseñen a pensar como ellos.